jueves, 19 de febrero de 2015

LA EVOLUCIÓN HUMANA




El hombre es un mamífero del orden de los primates, cuyos miembros se caracterizan por una gran cavidad craneal, un cerebro relativamente desarrollado, articulaciones anteriores adaptadas a la presión y con extremidades dotadas de dedos con uñas aplanadas, dentadura omnívora y mamas pectorales. En una escala evolutiva ascendente (25) este orden comprende a los prosimios, los monos del viejo y nueva mundo y los hominoides.
El paso del animal al hombre, el llamado proceso de hominización, comienza durante el Mioceno, penúltima época del Terciario y se desenvuelve en un período, de al menos quinientos mil años, a través de una cadena de quince mil generaciones. A esta fase sucede otra, bastante más breve, entre el plioceno tardío y el pleistoceno más reciente, que lleva, en un tiempo de dos millones de años como mínimo y seis millones de años como máximo desde las primeras formas humanas conocidas, hasta el hombre actual.
El pleistoceno, iniciado hace dos o quizá tres millones de años y terminado hace alrededor de doce mil años, se caracterizó por cambios climáticos profundos que influyeron enormemente en la evolución humana. Hace un millón o millón y medio de años la tempera-tura disminuyó unos 5 grados, pero no en una progresión continua, sino a un ritmo cíclico, caracterizado por la alternancia de largos, aunque desiguales, períodos fríos y cálidos. Esta inestabilidad climática modificó repetidamente el aspecto del planeta, cambiando varias veces la distribución de los mares y de las tierras emergidas, de los glaciares y los desiertos, de los bosques y sabanas.
Los homínidos vivieron estos profundos cataclismos. Aunque ningún individuo podía darse cuenta, naturalmente, de fenómenos que sólo podían apreciarse a una escala de muchos miles de años, la estirpe dio una respuesta precisa al reiterado desafío ambiental; fue en parte biológica y en Parte cultural, permitiendo al hombre no sólo sobrevivir, sino convertirse en la forma de vida animal que actualmente domina a nuestro planeta.
Los primeros Homínidos se remontan a más de dos millones de años. Desde entonces la evolución homínida ha alcanzado tres grados principales: 1) australopitecótico (o del homo habilis); 2) pitecantrópico (o del homo erectus); 3) propiamente humano (o del homo sapiens). En el último grado, el del homo sapiens, se sucedieron las formas paleantrópicas (o del homo sapiens prirnigenlus, la mas conocida de las cuales es el llamado hombre Neanderthal, y las formas neantrópicas (o del homo sapiens sapiens).
Los australopitecus representan el grado más antiguo de le evolución homínida. Los fósiles de los australopitecus se han clasificado en dos especies distintas: el Australopithecus gracilis y el del Australopithecus robustus. Difieren en estatura, corpulencia y estructura ósea. La especie robusta se habría extinguido hace como un millón de años, sin dejar descendientes directos, tal vez exterminada (sostienen algunos estudiosos) por la especie más grácil, la única capaz de forjar instrumentos rudimentarios que han sido hallados junto a algunos restos esqueléticos. Esta última especie continúa la línea de la evolución humana, quizá con aportes directos al Homo Sapiens.
Los pitecantropos representan la segunda gran etapa de la evolución homínida, caracterizada sobre todo por el crecimiento del cerebro, que en el curso de un millón de años duplicó su tamaño. Caminaban casi perfectamente erguidos (su fémur es casi idéntico al del hombre actual) y por eso, en las clasificaciones recientes, se le ha dado el nombre de Homo erectus, que en otros aspectos es inadecuado ya que no existen especies humanas no erectas y no fueron ellos los primeros homínidos de posición vertical.
Hicieron instrumentos de madera al fuego, endureciendo sus puntas con el calor. La cocción, macerando las duras fibras de la carne y de las raíces, le proporcionó un alimento más fácil de masticar e hizo posible una reducción de las mandíbulas y los dientes, a favor de un ulterior desarrollo de la cavidad craneal. Al liberar aminoácidos y glúcidos fácilmente asimilables, redujo también notablemente el tiempo necesario para comer y para digerir. El hombre consiguió así muchas horas extras para dedicar a la caza, a la preparación de los instrumentos, al adiestramiento de los hijos.
El pitecantropo es el creador de las industrias típicas del paleolítico inferior, las manufacturas, generalmente de sílice, se multiplican y se diversifican y aparecen punzones, perforadores, rascadores y decenas de otros utensilios.
Probablemente el pitecantropo vivía al aire libre, en las riberas de los lagos y ríos, o en grutas como el hombre de Pekín, en grupos de 10 -12 personas. Aparecen también las primeras cabañas, capaces de acoger una veintena de individuos. No hay duda que su actividad principal fue la caza, particularmente la de animales de tamaño medio y grande, y que organizaba batidas que requerían la cooperación de alunas decenas de hombres.
La última gran etapa de la evolución homínida está constituida por la formación y el desarrollo del homo sapiens, estos es, del género al que pertenece el hombre actual.
La aparición y el asentamiento del homo sapiens coincide, al menos en Europa con uno de los grandes cambios climáticos que caracterizaron el pleistoceno: cuando la glaciación rissiana (hace unos 25.000 años) reporta al continente condiciones de clima frío y húmedo.
Para algunos estudiosos esta transformación se habría producido en un único centro. Para otros se habría verificado en centros distintos y tiempos distintos.
Entre los fósiles de este grupo, los encontrados en Ehringsdorf y Stenheim (Alemania), así como en Saccopastore (Italia) presentan formas que parecen prefigurar las del hombre de Neanderthal, y por ello se han atribuido a preneanderthalenses.
Los paleantropos presentan aún rasgos primitivos estatura entre 1,54 y 1,64 metros, cabeza voluminosa con la región facial relativamente más desarrollada que la cerebral, frente baja, grandes arcos superficiales unidos hasta formar una especie de víscera ósea continua, mandíbula grande y fuerte, mentón poco saliente.
La capacidad craneal en las formas más antiguas, se caracterizan por unas medidas inferiores a las del hombre actual, pero las formas más recientes, corzo el Homo Sapiens Neanderthalensis (King, 1964) las alcanzan e incluso superan.
La capacidad craneal de estas últimas está comprendida entre los 1.300 y 1.650 centl:rnetros cúbicos, con una media de alrededor de 1.350 centimeLros cúbicos.
El Neanderthalense forjaba una gran variedad de utensilios en piedra pulimentada, dando prueba esta actividad de un adecuado sentido estético. Vivían en grutas y en refugios bajo roca o en campo: abiertos, defendiéndose del frío con el fuego y con las piales ce los animales que cazaba. Sepultaba a sus muertos y tenía ya quizá su fe en una vida ultra terrena y/o su sentimiento religioso.
El hombre de Neanderthal se extinguió en el último culmen de la glaciación würmiana, cediendo el puesto al hombre moderno, física-mente más adaptable y probablemente también mejor dotado desde el punto de vista intelectual y cultural.
Los Neantropos, que corresponden al tipo morfológico del hombre actual, se diferencian notablemente de los neanderthalenses. Sus características principales son el cráneo alto, largo y estrecho adaptado a un cerebro voluminoso, la frente alta, el rostro poco pronunciado, los arcos superficiales poco marcados, el mentón saliente, las mandíbulas menos fuertes, los dientes pequeños, los huesos de las articulaciones derechos y poco gruesos. Su columna vertebral está adaptada a la posición erguida y a ninguna otra.
Representantes de estos grupos son los llamados: La raza de Combecapelle, Cromangnon, Grimaldi, Chancelade y la raza de Brünn.
El hombre moderno, sea cual fuere su origen, se fue imponiendo después de haber emigrado a Europa, y desde aquí se extendió por toda la tierra, absorbiendo otras poblaciones que habían iniciado un tránsito autónomo del Homo Erectus al homo Sapiens o cruzándose con ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario